La importancia de la vitamina C o ácido ascórbico ha sido reconocida desde hace mucho tiempo, especialmente por su utilidad para tratar el escorbuto (enfermedad nutricional por déficit de vitamina C que produce hemorragias en la piel y mucosas, entre otros síntomas). En los años 1930 se descubrió que la vitamina C era el ingrediente activo de las frutas cítricas y que prevenía el escorbuto. A diferencia de los animales, los humanos sólo pueden obtener la vitamina C al ingerirla en alimentos tales como frutas cítricas y hojas de vegetales verdes. Se ha asociado a la vitamina C oral con diversos efectos benéficos para la salud, como un menor riesgo de padecer algunos cánceres y enfermedades cardiovasculares, así como también mejora la cicatrización y efectos inmunomoduladores, es decir interviene positivamente en regular la inmunidad del ser humano.
Por su importancia como antioxidante, es importante mantener buenos niveles de vitamina C en la piel, considerando además que la aplicación tópica de esta vitamina es afectada por la luz solar y la contaminación ambiental, por eso preferentemente se aplica en la piel de manera nocturna. Como antioxidante interfiere con la generación de especies reactivas de oxígeno inducidas por la radiación ultravioleta, tales como el anión súper óxido, o los radicales hidroxilos y por lo tanto se ha popularizado su incorporación a productos indicados para después de una exposición al sol (after-sun). En estudios en animales se ha observado que la vitamina C disminuye la incidencia de cánceres inducidos por la radiación ultravioleta.
Los efectos fotoprotectores de esta vitamina han sido demostrados en experimentos, en los cuales se evidencia que el uso de vitamina C disminuye las células de quemadura (sunburn cells) inducidas tanto por las radiaciones ultravioleta tipo B (UVB) como la ultravioleta tipo A (UVA) y que son un marcador del daño de las radiaciones solares sobre la piel. También se ha demostrado que la vitamina C tópica combinada con un fotoprotector, confiere una mayor protección que cuando se aplica el fotoprotector solo.
Los efectos de la vitamina C tópica en la piel fotoenvejecida han sido evaluados en diversos estudios clínicos, en un estudio que consistió en la aplicación de una crema de vitamina C al 5% por un período de seis meses, comparando los efectos con del excipiente, se observó una mejoría estadísticamente significativa de la hidratación cutánea, disminución de las arrugas, brillo de la piel y de las manchas.
La vitamina C también tiene la capacidad de reducir y reciclar la oxidación de la vitamina E a su forma activa, aumentando de este modo su capacidad antioxidante
Otro de los efectos de la vitamina C es su acción en la síntesis de colágeno, ya que actúa favoreciendo la síntesis de colágeno que es una proteínas de la dermis que cuando se encuentra en cantidad adecuada da un aspecto saludable y juvenil a la piel y que cuando se exponen a las radiaciones solares y al paso de los años disminuye su calidad y cantidad en la piel.
La vitamina C también inhibe la enzima tirosinasa – que es una proteína importante en la producción de melanina- y, por lo tanto, esta vitamina puede ser utilizada como agente despigmentante, es decir sirve como tratamiento para las manchas.
Por lo antes mencionado la inclusión de sustancias antioxidantes como la vitamina C – ácido ascórbico- en cosméticos y fotoprotectores resulta ser la principal estrategia para prevenir el fotoenvejecimiento, para tratar las manchas solares y la piel dañada por el sol.